La Selección Mexicana participa en los olímpicos de Tokio 2020.
Se empezó jugando bien, convenciendo y goleando a Francia, pero México es una selección gitana, y Japón le dio un golpe de realidad.
¡Ojo! Hablo de la Selección: la crítica es al equipo, no al país. Si existiera una mayor capacidad para separar el juego del sentimiento patriotero; no sería necesario hacer la aclaración; sin embargo, existe un discurso alimentado por algunos sectores de periodismo deportivo que, en su infinita ceguera, ven en el partido de futbol la defensa del país.
¿En qué momento se engañó a la gente con la idea de que 22 jugadores defendían a la patria?
¿Qué los nubla y los hace ver ese campo como si se tratara de los cerros poblanos en un 5 de mayo?
Este ridículo y al mismo tiempo peligroso discurso afecta a todos: desde el pobre jugador, presionado porque está defendiendo los colores de la bandera, hasta el aficionado que imagina en la derrota o mal juego, la pérdida de independencia o de la poca soberanía que tenemos.
Existen comentaristas deportivos que se indignan y llaman “malinchistas” a las personas que deciden no apoyar al seleccionado. ¿Qué parte de la Constitución señala que la Selección defiende al país?
¿Quién tiene la autoridad para decidir si una persona es más o menos mexicana por apoyar a un equipo de futbol?
El país no será mejor o peor porque pierda un partido o porque alguien no sea “lo suficientemente mexicano” para ponerse la playera.
Qué errado se está cuando se pone de por medio el orgullo nacional en un juego y no en la búsqueda de la justicia que tanto necesita este pueblo después de décadas de saqueo, entrega, corrupción, desaparición y sangre.
No caigamos en discursos simplones. La Selección es sólo un equipo que juega a este hermoso deporte llamado futbol.
El aficionado no sube puntos en el “mexicanómetro” al apoyarla.
La patria, si lo quieren ver así, no está en el juego; está en su cultura, su gente, en su historia, en las luchas del presente que son herederas del pasado, en la búsqueda de justicia.
México es más que un partido o un torneo internacional. Ojalá puedan entenderlo aquellos que se sienten Juan Escutia y que en cada partido se quieren arrojar con la bandera envolviendo su cuerpo.
Muy de acuerdo.